Quantcast
Channel: CON LOS OJOS ABIERTOS » cine y nazismo
Viewing all articles
Browse latest Browse all 4

CINECLUBES DE CÓRDOBA (67): LA CÁMARA VIAJERA

$
0
0
vlcsnap-2015-05-10-18h56m17s12

Amsterdam Global Village

Por Roger Koza

Es difícil saberlo, y arriesgar una hipótesis significaría abarcar una cinematografía de la que pocas veces se estrena una película. Excepto por el éxito de algunas películas holandesas oscarizadas, el cine que se hace en el país de Van Gogh, Erasmo y Cruyff es prácticamente desconocido. La tribu cinéfila suele decir que no existen buenas películas de ficción holandesas, sentencia difícil de comprobar, pero nadie podrá negar que, entre los mejores cineastas de no ficción de todos los tiempos, los holandeses cuentan con dos maestros indiscutibles en la materia: Joris Ivens, primero, y después Johan Van der Keuken.

Amsterdam Global Village (1996) es una de las tantas magníficas películas de Van der Keuken, capaz de filmar tanto las ciudades más remotas como las más cercanas como si se trataran de entidades vivientes, con una eficacia cinematográfica insólita para hacerlas hablar: ante una película de Van der Keuken, como sucede con una de Ivens, al espectador no le queda otra que despegarse imaginariamente de la butaca. La cámara es aquí un instrumento de exploración espacial y cultural. Filmar es revelar, descentrarse, poner en marcha la curiosidad e intentar tocar con el objetivo de la cámara el mundo circundante y los hombres que habitan en él. La novedad de este film tardío es que el viaje transcurre en la propia ciudad del realizador: Ámsterdam. En la última década del siglo XX, la ciudad es un laboratorio del devenir del mundo. Tierra de tolerancia y libertad, Ámsterdam es sin duda un emplazamiento multicultural.

Van der Keuken elige como enlace general de todos los acontecimientos que muestran la vida metropolitana a un joven de Marruecos que trabaja como mensajero encima de una moto. Otros personajes identificables aparecen cada tanto, aunque el método de trabajo no está definido por el seguimiento sistemático de un conjunto de personajes principales. Los hay, además del marroquí: Roberto, un boliviano, o Borz Ali, un checheno, dos protagonistas que Van der Keuken acompaña en sus respectivos viajes a sus países de origen. Lo que sucederá en Bolivia sirve solamente como una introducción a la cultura del altiplano, y durante una escena doméstica se puede comprender un poco más la forma de procesamiento de las emociones por parte de Roberto y los suyos. Lo que pasará en Chechenia, en cambio, es literalmente demoledor. Los enfrentamientos armados y la inestabilidad política atraviesan la vida cotidiana. El odio colectivo tiene un signo preciso: los rusos. Unas mujeres iracundas gritan en la calle contras los fascistas rusos y miran a la cámara de Van de Keuken como si él fuera el emisario de una verdad demasiado dolorosa que debiera eternizar para los testigos del futuro. Unos minutos antes, el cineasta pone en escena la materia de lo intolerable, el fundamento de ese enojo sin atisbo de perdón.

Es una de las primeras películas sobre la globalización en un sentido estricto. Van der Keuken alcanza aquí a mostrar la vida de una ciudad, sus edificios, los canales famosos, y al mismo tiempo registra lo que habrá de ser una regla de los pueblos del siglo XXI: la migración permanente, el desplazamiento constante.

Reencuentro con una obra maestra

Christian Petzold, una de los mejores directores alemanes en actividad. Nina Hoss, una de las grandes actrices del cine alemán contemporáneo, y actriz fetiche de Petzold. En Ave Fénix (2014), el trabajo conjunto alcanza su mayor esplendor, en una historia situada poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Berlín todavía estaba en ruinas y sus pobladores eran meros sobrevivientes o cómplices de un régimen de terror que había sido derrotado. En ese contexto, Petzold propone un melodrama en el que una mujer desfigurada a la que se la creía muerta, debido a su paso por un campo de concentración, se reencontrará con su marido, aunque su rostro ya no es el mismo y el hombre ya no la reconoce; sencillamente, la encuentra parecida a su mujer. Extraordinaria película sobre la inmediata negación histórica de un pueblo respecto de su pasado y sobre el misterio de la identidad, que aquí está cifrada en la voz y no tanto en el rostro, como se devela en el pasaje inolvidable en el que el personaje de Hoss interpreta el tema musical Speak Low de Kurt Weill.

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de mayo 2015.

Roger Koza / Copyleft 2015


Viewing all articles
Browse latest Browse all 4

Latest Images

Trending Articles





Latest Images